Afrontar la tormenta en el financiamiento para la justicia y los derechos: Una guía sobre oportunidades emergentes

Archana Deshpande y Ellen Sprenger

 

«No compitas por financiamiento, colabora. Los sistemas actuales están diseñados para fragmentarnos, esta es una oportunidad para reflexionar sobre lo que este momento significa para nosotros/as como ecosistema. ¿Quién está de tu lado? ¿Cómo nos afecta a todos/as? ¿Qué puedes reimaginar?»

Ha llegado el momento de un profundo cambio en nuestra forma de pensar sobre el financiamiento para el trabajo por la justicia y los derechos humanos. Hace años que las alarmas nos advierten de que se avecina una tormenta en la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) y la filantropía. Hoy, miles de millones de dólares de  ayuda para el desarrollo están en la cuerda floja y las donaciones filantrópicas peligran cada vez más ante  el retroceso democrático. Con vidas humanas y medios de subsistencia en la balanza, tanto los financiadores filantrópicos como las organizaciones de la sociedad civil deben replantearse cómo financiar el trabajo.

«El alcance y la velocidad de lo que está sucediendo con la ayuda exterior no tiene precedentes, como tampoco la naturaleza global de esta cooptación  del Estado por parte de la derecha que ataca directamente a los movimientos por la justicia y los derechos humanos», afirma Kellea Miller, directora ejecutiva de Human Rights Funders Network (HRFN), que habló con nosotros en abril de 2025 durante una conversación con Ikal Angelei, líder indígena y cofundadora y directora ejecutiva de Friends of Lake Turkana.2

Los financiadores y los movimientos deben trabajar juntos para cubrir los déficits -reales y vitales, en la financiación (como en los servicios sanitarios que se han visto más afectados), al tiempo que alimentan visiones a más largo plazo para la resiliencia financiera colectiva. ¿Podemos convertir el profundo dolor de este momento en un catalizador para crear  formas más sostenibles y transformadoras de financiar el trabajo por la justicia social y climática?En esta guía, exploramos algunos de los cambios clave en el panorama del financiamiento, junto con ideas esenciales para desarrollar una mayor  resiliencia financiera en estos tiempos de intensa transición. No todos/as estamos en el mismo barco, pero podemos remar en la misma dirección para construir la fuerza colectiva necesaria para navegar en estos tiempos.

Panorama

👉🏾 Un mar de cambios en la arquitectura del financiamiento mundial

👉🏾 Tres oportunidades para que la filantropía ayude a estabilizar el barco del financiamiento para la justicia y los derechos humanos

👉🏾 Tres principios para ayudar a los movimientos por la justicia y los derechos a navegar juntos durante el temporal

 

Un mar de cambios en la arquitectura del financiamiento  mundial

Había indicios de que las aguas  estaban cambiando: las oficinas de desarrollo internacional se plegaban a las de asuntos exteriores, las prioridades comerciales serpenteaban en torno a la ayuda bilateral y las estrategias y prioridades de financiamiento cambiaban constantemente. Ikal señala que algunas de las cosas que se viven hoy en día ya las habíamos visto antes.

Pero la inestabilidad económica tras la crisis del COVID-19 y el creciente autoritarismo han agravado las grietas en el consenso político sobre la ayuda oficial al desarrollo, alejándola de las prioridades tradicionales y re-orientándola hacia la obtención de beneficios en casa. Esto ha significado que ésta se ha canalizado hacia objetivos geopolíticos transaccionales, la guerra en Ucrania y los costes de los países donantes asociados a la acogida de refugiados.

Que los cambios en el panorama actual de la ayuda exterior se consideren «tectónicos» o evolutivos dependerá de a qué conversaciones y mesas de discusión  te  haya invitado (o no) a lo largo de los años. Lo que está claro, sin embargo, es que la escala y el ritmo de los cambios han alcanzado un punto de inflexión.

Los cálculos sobre el desmantelamiento de USAID a principios de 2025 y las reducciones en la  ayuda anunciadas por otros ocho países en 2024 muestran que los flujos mundiales de AOD sufrirán una reducción del 31% (o más) en 2029. A pesar de la intervención de países como Noruega, Kellea advierte de que no se trata de un mero parpadeo, sino de una ruptura en la infraestructura tradicional del financiamiento para el trabajo por la justicia y los derechos. El análisis realizado por el equipo de Kellea en HRFN muestra que es probable que, de aquí a 2027, se recorten anualmente 1.000 millones de dólares de los 7.800 millones de AOD que actualmente se destinan a sostener el trabajo a nivel mundial por los derechos humanos. Se trata de un vacío muy real que habrá que colmar junto con carencias evidentes en servicios sanitarios y medioambientales fundamentales.

Además, las fundaciones y organizaciones filantrópicas se enfrentan a ataques que podrían revocar su exención fiscal y limitar su capacidad de conceder subvenciones a escala internacional. Como escribe Kellea en Devex, aunque jurídicamente dudoso, «los esfuerzos por detener las subvenciones internacionales de las fundaciones estadounidenses serían catastróficos».  Del total de las subvenciones que otorgan  las fundaciones para los DH y que se recogen en el análisis anual de HRFN, Estados Unidos representa el 88% a nivel mundial (es decir, 4.300 millones de dólares de un total aproximado de 4.900 millones). La hostilidad de la administración estadounidense hacia la diversidad, la equidad y la inclusión dentro y fuera del país puede tener un efecto paralizador en la filantropía y restringir aún más el entorno de financiamiento a nivel  mundial.

Pero ahora empezamos a ver atisbos de respuestas coordinadas desde  la filantropía.  Inicialmente enfocadas en subvenciones para emergencias y una mayor flexibilidad, las respuestas están cobrando impulso. A finales de abril de 2025, cerca de 150 fundaciones habían firmado el compromiso «Meet the Moment» para aumentar las donaciones y ayuda basada en la confianza (based trust philanthropy). Además, varias fundaciones han anunciado un aumento de sus dotaciones (MacArthur, Freedom Together Foundation, Hewlett y Skoll, por ejemplo). Al mismo tiempo, algunos financiadores planean reducir sus dotaciones por completo (Wellspring Foundation, Gates Foundation). Con la filantropía en el punto de mira de la administración estadounidense, más de 500 organizaciones han firmado la declaración del Council on Foundations en la que reafirman su derecho a dar e invertir en las comunidades como parte de su libertad de expresión.4

Aun así, la respuesta colectiva de la filantropía a las amenazas actuales es más moderada que al principio de la pandemia de coronavirus-19. En 2020, 800 donantes firmaron un compromiso liderado por la Fundación Ford para suavizar las restricciones a las subvenciones. En el año posterior a la pandemia, los donantes aprobaron el tipo de financiación flexible, creativa y basada en la confianza por la que muchos movimientos han abogado en las últimas dos décadas. El aumento  en el apoyo a la justicia racial tras el asesinato de George Floyd también demostró la rapidez con la que podían movilizarse los donantes. Más recientemente, con un número cada vez mayor de países que promulgan leyes sobre agentes extranjeros y limitan el apoyo externo a la sociedad civil, hemos visto que los financiadores piensan con originalidad y trabajan de la mano con organizaciones locales que conceden subvenciones para dotar de recursos a los movimientos que operan bajo regímenes represivos.

¿Cómo podemos avanzar? Podemos empezar recurriendo a estrategias ya conocidas para gestionar crisis de financiamiento  y represiones políticas, pero también debemos imaginar nuevas formas de responder a las consecuencias potencialmente catastróficas de lo que Naomi Klein y Astra Taylor denominan «el fascismo del final de los tiempos». Tanto los financiadores como las organizaciones de la sociedad civil tienen un papel que desempeñar para trazar un rumbo diferente ante los difíciles tiempos que se avecinan. Como los barcos que se dirigen hacia el faro de la costa, podemos encontrar puntos brillantes de esperanza que nos guíen a través de la tormenta.

 

Tres oportunidades para que la filantropía contribuya a guíar  el financiamiento para la justicia y los derechos 

 

Es probable que las organizaciones de derechos humanos y justicia naveguen por aguas turbulentas en los próximos años, así que ¿qué pueden hacer los financiadores para ayudar a estabilizar el barco?

 

Si no puedes liderar abiertamente, organízate en silencio.

Como ya se ha señalado, algunos financiadores han impulsado con audacia el sector filantrópico. Otros, como Kellea, actúan entre bastidores. Pero demasiadas fundaciones - probablemente la mayoría caen en el campo del «silencio»; se están replegando en lo que se ha llamado cumplimiento preventivo o están esperando a ver cuáles son recortes en el financiamiento y qué dicen las órdenes ejecutivas de EE. UU. En momentos como éste, las fundaciones donantes pueden aprender de la larga práctica de los movimientos de aprovechar una estrategia interna/externa, que puede ayudar a los donantes a comprender el impacto de los posibles recortes, colaborar con sus homólogos, seguir aportando dinero a los movimientos y compartir los riesgos en su  ecosistema.

«Tenemos un enorme poder en este momento, si nos unimos. Podemos hacer frente de forma muy deliberada al asalto a nuestra capacidad de trasladar recursos a los movimientos y al asalto a los derechos humanos y la justicia social» nos recuerda Kellea. «Todos debemos resistir la tentación de replegarnos, y seguir construyendo coaliciones de forma activa y vigilante».

 

Financie lo que pueda y apoye a la sociedad civil para que siga resistiendo

Kellea tiene un claro llamamiento a la acción para los financiadores, que empieza por considerar el tiempo como una cuestión de justicia. En su opinión, la filantropía privada puede aportar los 1.000 millones de dólares necesarios para reducir a la mitad el déficit que se avecina en la financiación de los derechos humanos.3 Y aunque Kellea es franca al afirmar que la filantropía no puede cubrir todo el déficit de financiación de la ayuda exterior, pueden ayudar a ganar tiempo para que los movimientos continúen con su trabajo mientras averiguan cómo reestructurarse.

El dinero debe dirigirse a espacios donde los movimientos ya se están organizando, donde los financiadores puedan apoyar a los líderes para que se reúnan a debatir modelos de colaboración y diversificación de ingresos, incluso (y especialmente) más allá de la dependencia de las subvenciones. También pueden apoyar el proceso de soñar con las diferentes formas en que los grupos de la sociedad civil podrían necesitar organizarse y operar bajo el autoritarismo global de extrema derecha. Aunque puede ser que algunas organizaciones no sobrevivan, los movimientos pueden levantarse con resiliencia.

Existe la posibilidad de trabajar con fundaciones privadas durante los próximos tres años, de 2025 a 2027, para apoyar a los movimientos a realizar este trabajo crítico de reestructuración, redistribución del riesgo y visión de futuro.

Ikal es aún más atrevida: las fundaciones heredadas quieren existir para siempre, observa, y eso a menudo significa asumir que el problema continuará para siempre, por lo que no gastan sus dotaciones para abordar la crisis actual. Desafía a las fundaciones donantes a que analicen todo el dinero que tienen ahora, tanto sus inversiones como sus presupuestos para subvenciones, y a que tengan una visión a largo plazo del cambio que intentan hacer en el mundo. Deberían preguntarse: «¿Dónde ponemos los recursos ahora para poder cosechar las inversiones más adelante?».

 

Adaptar las prácticas de financiación a los nuevos tiempos

También es momento de que los financiadores aprendan de distintos grupos dentro de los movimientos. Estos saben de primera mano lo que se siente cuando los fondos y las relaciones se agotan al cambiar las prioridades de los donantes. Muchos también saben lo que es operar bajo regímenes represivos.

«Las fundaciones buscan respuestas internamente, pero quizá deberían fijarse en los movimientos indígenas que ya han luchado contra la represión en sus contextos», afirma Ikal. Anima a las fundaciones a escuchar atentamente a sus beneficiarios/as.

Para hacer frente colectivamente a los problemas actuales, hay razones de peso para cambiar las prácticas filantrópicas más rígidas. En consonancia con los llamamientos que se vienen haciendo desde hace tiempo, pasar de las subvenciones por proyectos, en favor de las subvenciones multianuales, la financiación flexible y la filantropía basada en la confianza. Es necesario un impulso como el que vimos durante el COVID-19. Esto será especialmente importante si la pérdida del estatus 501(c)(3) o de los ingresos de la ayuda exterior impulsa a las organizaciones no gubernamentales (ONG) a explorar otras estructuras organizativas y modelos financieros para continuar su labor. Los financiadores ¿ están preparados para mover dinero a la sociedad civil fuera del esquema de ONG?

«Hay que dar pasos audaces que apoyen la co-conspiración con las y los beneficiarios/as», insta Ikal, aunque eso signifique tener que desechar las estrategias de ayer.

 

Tres principios para ayudar a los movimientos por los derechos y la justicia a capear juntos el temporal

 

«La sociedad civil sobrevivirá más allá de la ayuda», afirma Ikal. Los movimientos son el reflejo de personas que luchan por sus vidas y sus derechos. 

Pero a medida que los Estados-nación adopten enfoques cada vez más transaccionales de las relaciones internacionales, los movimientos tendrán que responder con enfoques transformadores de sus relaciones mutuas... y del propio trabajo. La comunidad debe ocupar un lugar central en tres aspectos cruciales.

 

Piense en la resiliencia desde la perspectiva de todo el movimiento

«Se va a producir un cambio en nuestra estructura», afirma Kellea. "Las organizaciones cerrarán o se fusionarán. Eso es innegable. Va a ocurrir".

¿Cómo pueden las organizaciones afrontar esto con valentía, compasión y también con visión estratégica para que el trabajo perdure? En una encuesta de CIVICUS, por ejemplo, el 44% de 400 organizaciones declararon tener menos de 3 meses de reservas financieras. No todas las organizaciones seguirán existiendo y haciendo el trabajo de la misma manera que hasta ahora. Pero, si los líderes piensan en términos de resiliencia del ecosistema, y no de autopreservación institucional, pueden formar poderosas alianzas entre organizaciones y movimientos, reestructurando el trabajo de una manera interseccional que vuelva a tejer una sociedad civil fuerte.

«La mayor perla de sabiduría a la que me aferro ahora mismo es el poder que se desata cuando no nos organizamos como organizaciones individuales, sino como movimientos».

La diversificación de los flujos de ingresos será un elemento esencial de los nuevos modelos operativos

Los días en que las organizaciones podían subsistir gracias a las subvenciones de uno o dos donantes clave están desapareciendo rápidamente. Cada vez está más claro que las organizaciones deben buscar la generación de ingresos, la financiación entre  pares y otras fuentes de ingresos para impulsar sus misiones. Las subvenciones no van a desaparecer, pero cada vez hay más indicios de que las organizaciones deben mirar más allá para reforzar su resistencia a las crisis.

Los grupos de derechos y justicia llevan experimentando con ingresos no procedentes de subvenciones desde antes de este nuevo punto de inflexión en la financiación tradicional: desde los servicios de generación de ingresos gestionados por Social Media Exchange en el Líbano hasta una subasta digital de criptomoneda gestionada por The Tor Project, existen muchos otros ejemplos. La innovación y el éxito de estas organizaciones se basan siempre en generar colaboraciones.

Sin embargo, se trata de una enorme reorientación para muchos grupos y para los cientos de organizaciones afectadas por los recortes de USAID que no han encontrado financiación alternativa. Dado que los cambios en el modelo financiero suelen requerir inversiones de personal, es vital que las organizaciones unan fuerzas e imaginen formas de trabajar (como compartir recursos y personal) que puedan respaldar una sólida diversificación de ingresos.

 

Los modelos operativos centrados en la comunidad pueden cambiar la forma en que fluye el dinero

¿Cómo pueden las organizaciones y movimientos crear economías que mantengan el dinero en las comunidades a las que sirven? ¿Cómo puede concebirse la prestación de servicios esenciales, como la atención sanitaria y la defensa de los derechos inherentes a la misma, como un trabajo que puede realizarse conjuntamente?

Se trata de una cuestión enorme. «Tenemos que ponernos manos a la obra», dice Ikal. «Tenemos que pensar con originalidad y ser ágiles, pero al mismo tiempo mantener las luces encendidas».

Merece la pena volver a pensar en la época del COVID-19, cuando las organizaciones combinaban la defensa de los derechos con la ayuda mutua y el apoyo humanitario (cocinas comunitarias que ofrecían educación política y más en Argentina, por ejemplo). La prestación de servicios, las afiliaciones, las pequeñas donaciones individuales, el voluntariado, el intercambio de recursos y otros enfoques basados en la comunidad pueden reforzar el trabajo a favor de la  justicia y los derechos, ofreciendo una misión más apetecible para un público receloso de las organizaciones. También puede contribuir a profundizar en las relaciones con las comunidades a las que pertenecen para apoyar una labor de defensa que se desarrolle con y desde los miembros de la comunidad y responda directamente a sus necesidades y preocupaciones.  Históricamente, los grupos  en el Sur Global han liderado la resiliencia basada en la comunidad, innovando ya más allá de las subvenciones y liderando un trabajo que ha modificado el sistema con menos de una décima parte de la ayuda exterior y apenas más financiación de fundaciones.

Ikal señala las posibilidades poscoloniales únicas del momento: «Tenemos que crear una economía de la justicia social, una economía feminista, una economía de las personas», insta, llamando la atención sobre el objetivo general del trabajo por los derechos y la justicia.

Ikal Ang'elei Quote 2 - español

¿Y ahora qué?

«La democracia se enfrenta a serios y crecientes desafíos», como señala CIVICUS en 2025, «pero tiene una importante capacidad de renovación». Lo mismo puede decirse de la financiación del trabajo por la justicia social y climática. Con una comprensión clara de los cambios en la financiación, junto con un compromiso renovado con la responsabilidad comunitaria, las organizaciones pueden aumentar su capacidad de resistencia.

Para algunas, esto puede significar un proceso de duelo y de «acoger» su trabajo (en su forma actual) de la manera más cuidadosa y digna posible. Para otros, la tarea consistirá en reinventar sus modelos en colaboración. A medida que vayamos poniendo fin a la vetusta infraestructura del desarrollo internacional, será diferente con quién y cómo trabajemos. ¿Qué posibilidades puedes imaginar que sustituyan al viejo sistema?

Esta tormenta acabará pasando, y nuestro mundo cambiará cuando se despejen las nubes. Pero el trabajo continuará. Las organizaciones y los movimientos capaces de navegar por un panorama en constante cambio con un sentido claro sobre su propósito, sobre su papel en el ecosistema y un espíritu de versatilidad financiera estarán mejor posicionados para encontrar nuevos caminos, dinero y otros recursos, y para capear lo que venga después.

🔥

 

1 Archana Deshpande y Ellen Sprenger son co directoras ejecutivas de Spring Strategies. Este artículo se ha elaborado con el apoyo en investigación de Erin Hohlfelder, así como con el apoyo en investigación y redacción de Jesse Firempong.

2 Las contribuciones de Kellea Miller e Ikal Angelei se recopilaron como parte de una conversación sobre el cambiante panorama de la financiación del trabajo por los derechos y la justicia el 22 de abril de 2025. Esta fue la primera de nuestra serie de conversaciones en tres partes titulada Reimagining Resilience: Mantener nuestra misión en un mundo cambiante.

3 La HRFN predice que el déficit de financiación para los derechos humanos será de 1.000 millones de dólares al año. Si los financiadores se movilizan ahora, 1.000 millones de dólares cubrirían la mitad de lo que se necesita en los próximos dos años (2025-2027).

4 A 28 de abril de 2025.



Post by Archana Deshpande y Ellen Sprenger
mayo 28, 2025
Archana Deshpande y Ellen Sprenger son codirectoras ejecutivas de Spring.